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PARTOS ROTOS

ESPECIAL SOBRE VIOLENCIA OBSTÉTRICA EN CUBA

En el parto no solo duelen las contracciones. También los malos tratos o la falta de empatía que las mujeres reciben de un sistema de salud que tiende a ignorar sus necesidades durante un momento en el que son vulnerables. Durante décadas, muchas cubanas han vivido sus partos como un evento contradictorio, feliz por la nueva vida que llega, pero traumático por la atención médica que recibieron. Esta investigación periodística es la primera que aborda este problema de manera sistemática en el país.

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La violencia obstétrica que sufren las mujeres cubanas tuvo durante un breve periodo la atención de las autoridades. En 2022, el problema se reconoció en la prensa estatal; se presentó una guía para mejorar la atención de los partos; se anunciaron planes de acción. Hasta el momento, sin embargo, no hay evidencias de que un proceso de reforma esté en marcha, ni siquiera en los escasos hospitales donde se anunció que ocurrirían los primeros cambios.

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Casi 500 mujeres de todo el país nos contaron con detalles cómo fueron sus partos. Una mayoría confirmó que, a pesar de la ausencia de datos oficiales, la violencia obstétrica existe en Cuba. Muchas nos hablaron de un uso indiscriminado de la episiotomía, un corte en el perineo que facilita el parto. Un 41% de las mujeres afirmó haber sufrido algún episodio de violencia verbal o psicológica y casi un 80% dijo no haber sido informada sobre su estado de salud durante el alumbramiento.

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La violencia obstétrica tiene sus raíces en los estereotipos de género que causan la deshumanización y violencia contra las mujeres, y en el modelo médico hegemónico, que privilegia las necesidades de los y las profesionales de la medicina sobre las de las pacientes. En Cuba, la violencia obstétrica se ve agravada por un sistema de salud muy jerarquizado y preocupado por mantener una tasa de mortalidad infantil baja que ignora el bienestar de las madres.

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“Yo llevaba más de 12 horas sin comer nada, con un cansancio inmenso, sin dormir toda la madrugada y con aquel calor. Entonces, el médico ese me dijo: ‘dale para el caballo’, y comenzó a hacerme maniobras de dilatación. Yo, instintivamente, me corría hacia arriba y me contraía porque era muy doloroso y aquel hombre, con tremenda mala forma, comenzó a gritarme: ‘señora, le dije ya que se esté tranquila, que se relaje y se ponga suavecita, y no se eche para atrás’”.

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YARI, NANCY, MAYLI Y LISANDRA

Yari estuvo 22 horas de trabajo de parto sin dilatar lo suficiente para una parto natural, pero no dejaron que nadie la acompañase ni le quisieron hacer cesárea. Nancy quedó embarazada en prisión, donde le obligaban a cargar el agua para cocinar, limpiar y lavar. Mayli fue ingresada en el hospital por diabetes gestacional, donde fue maltratada verbalmente. A Lisandra daban golpes en las pantorrillas para que no cerrase las piernas, porque no conseguía dilatar.

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TIENES DERECHO A UN PARTO HUMANIZADO

Según la OMS, las mujeres tenemos derecho a nuestra dignidad y privacidad durante el parto, a parir en un ambiente agradable y seguro, y a recibir apoyo en el alivio y control del dolor. También a recibir información de nuestro estado de salud y opciones de manera comprensible, y a ser consultadas ante cada proceder médico que se nos quiera aplicar. Además, las intervenciones médicas tienen que estar limitadas a lo estrictamente necesario.

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