Mirita Ramírez
Terminé toda desgarrada, llena de puntos y me desmayé allí
Son muy malos recuerdos, hace 35 años ya. Fue en el hospital materno infantil Clínica de los Ángeles en Santiago de Cuba, donde rompí la fuente el viernes 1 de marzo a las 7:30 a.m. (ya estaba ingresada). Inmediatamente me llevaron para preparto. No podría contarles cuántos sueros pasaron por mis venas para inducirme el parto.
Así estuve casi 48 horas, llorando y aguantando aquellos terribles dolores, y nadie hacía nada. Simplemente me decían que aquello era así. En la madrugada del domingo día 3 de marzo la Dra. Dolores, bien la recuerdo, me dijo: “vamos, que vas a parir”.
Le suplicaba que me hicieran cesárea, ya que yo estaba desfallecida y no soportaba aquello. En el salón de parto, sus alumnos etíopes de casi dos metros de alto, uno a cada lado mío, empezaron a exprimirme la barriga muy fuerte hasta que me sacaron a mi hijo con fórceps, pues dilataba muy poco y el bebé era demasiado grande: 9.13 libras.
Al final mi pobre bebé nació con falta de aire, ya casi morado de tanto trabajo. Yo terminé toda desgarrada, llena de puntos, y me desmayé allí.
Lo que sí les digo es que cuando desperté llena de sangre, en recuperación, fue el despertar más bello de mi vida, por tener a mi hijo.